domingo, 23 de noviembre de 2008

PUCESA ENTREGO nuevos profesionales a la sociedad

Incorporación de profesionales en diferentes áreas, realizó la Pontificia Universidad Católica del Ecuador – Sede Ambato, con la presencia del Padre Manuel Corrales Pascual S.J., rector; Padre César González Loor, prorrector; Monseñor Germán Pavón Puente, Ingeniero Pablo Iturralde e Ingeniero Vinicio Mejía.
Se graduaron magísteres en Gerencia Informática con mención en Desarrollo de Software y Redes, Licenciados en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de Idioma Inglés y en Optometría, Ingenieros en Diseño Industrial, Ingenieros Comerciales con mención en Administración de la Productividad, y mención en Marketing, Ingenieros en Sistemas y Computación, Tecnólogos en Diseño de Objetos y Control de Procesos de Fabricación, y Tecnólogos en Administración de Pequeñas y Medianas Empresas – Formación Dual.
“En estos pocos semestres, en que ustedes han pertenecido a la comunidad universitaria, nuestro afán ha sido la formación integral de ustedes. Y este afán tiene un fundamento y una razón de ser: si ustedes han logrado en este tiempo madurar como personas -en lo intelectual, en lo emocional, en el fortalecimiento de la voluntad y de los profundos sentimientos de solidaridad-, los afanes de nuestra Universidad habrán sido coronados por el éxito. Y el éxito son precisamente ustedes mismos”, dijo el Padre Corrales Pascual.
El ingeniero Xavier Francisco López, en representación de los nuevos profesionales, dijo "la gentileza de las autoridades de la PUCE - Sede Ambato, que me ha pedido expresar e interpretar los sentimientos de las y los profesionales que hoy accedemos a nuestras distinciones, motiva mi reconocimiento y gratitud, y al mismo tiempo un serio compromiso para intentar la reflexión acertada sobre el profundo significado de haber obtenido un título universitario y que mi voz, modesta y sencilla, no tenga otra pretensión que promover también la reflexión de las graduadas y los graduados y que ojala podamos estar de acuerdo ahora y en los momentos en que en nuestro desempeño profesional , coincidan nuestros caminos quizá forjando un objetivo común.
Sin olvidar, de ninguna manera, lo que han sido en nuestras vidas la escuela y el colegio, pensemos que hoy, en este cálido y sentimental momento, somos los productos resultantes de un vínculo inquebrantable que une la universidad con el país y su historia.
Se empieza a quererlo desde que el proceso educativo siembra en nuestro interior la capacidad de reconocernos y creer en nosotros mismos. Creer en nuestra naturaleza interior y ser profundos creyentes también de lo que nos rodea.
Al principio de esta evolución permanente del proceso educativo, que es la vida misma, somos ligeros y condescendientes, vamos acumulando errores y cualidades, quizá nos atraen mas otros horizontes porque nos invitan a volar y dejar lo conocido por la aventura de ser en donde somos ajenos. Unos experimentan este cambio. Muchos lo sufren. Los menos lo aceptan y se adaptan.
Pero quienes hemos ingresado a esta querida Pontificia Universidad Católica hemos tenido una oportunidad inmejorable para manejarnos bajo parámetros humanos, optamos por pertenecer a un lugar y a una institución donde, como piensa el filosofo Fernando Savater, por sobretodo, se nos enseño que la libertad no es un medio para elegir lo que nos pasa, sino la capacidad para responder a lo que nos pasa de tal o cual manera.
Ahora podemos comprender a cabalidad que la responsabilidad de los profesionales no debe limitarse solo a un ejercicio honesto de su `profesión, sino también a pragmatizar los valores personales y colectivos que la sociedad espera y que le ayudaran a enfrentar con éxito los engaños y peligros que le amenazan. Y claro que hemos desarrollado esta capacidad, bajo la guía de maestros seleccionados por la pontificia universidad por sus cualidades de tales. A los que agradecemos mucho.
Pero como olvidar que hacia nosotros han concurrido también como auxilio fundamental, tantos sacrificios ajenos a la universidad pero inmersos en nuestro ser. Padres, esposos y esposas, hermanos, es decir, ha concurrido la familia origen primario de todas las virtudes y que hoy es la que merece nuestro ofrecimiento del titulo que hemos logrado. Luego nos tocara a nosotros ofrecernos una lucha franca y leal para ser dignos de los valores que hemos forjado.

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