martes, 18 de diciembre de 2007

La Universidad Católica construye liderazgo, verdad científica e identidad cristiana


Daniel Aguilar Vásconez
REPRESENTANTE DE LOS GRADUADOS

Es una mañana de alegría y es ahora cuando se vislumbra un futuro prometedor para cada uno de nosotros si somos diligentes en el ejercicio de nuestra profesión.

Primero, quiero agradecerle a nuestro Padre Celestial quien nos ha otorgado el don de la vida y nos ha dado la oportunidad de alcanzar la meta de convertirnos en profesionales reconocidos por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

También me dirijo a nuestros padres. Son ustedes quienes nos han impulsado con su amor incondicional. Y como saetas en manos del valiente así somos los hijos habidos en su juventud. Que sepamos traer alegría a sus vidas honrándoles, desempeñando nuestra profesión de una manera íntegra como ustedes se merecen. A nuestros profesores que día a día nos han transmitido sus conocimientos y experiencias. Algunos que con su forma de vida nos inspiran, les agradecemos. Les admiramos.

La Pucesa en su visión manifiesta que se propone ser una institución de educación superior que construye su liderazgo en la formación humana y profesional. Entonces, el fin principal de la universidad es el bienestar social, el momento en que perdamos de vista esta premisa, la universidad no tiene más razón de ser.

Nuestro Rector, el Padre Manuel Corrales Pascual decía hace pocos días que está convencido de que la Universidad tiene una especial misión y un grave desafío con respecto a la comunidad ecuatoriana en la actualidad, que los universitarios estamos obligados a reflexionar seria y responsablemente sobre lo que podemos y debemos hacer a favor de nuestros países; es decir, en definitiva, a favor de nosotros mismos.

El país se encuentra en un proceso de profundo cambio que ha concertado la atención de todos lo ecuatorianos. Los ojos de todos nosotros se han volcado en la Asamblea Nacional Constituyente de plenos poderes. El mandato de la ciudadanía fue claro: Queremos una transformación profunda, una democracia donde se oiga nuestra voz. Esperamos que este organismo sepa interpretar el sentir de la mayoría.

El Presidente Rafael Correa en su posesión dijo que vamos a vivir una revolución ciudadana en una lucha contra la corrupción enraizada en nuestra sociedad. Para esa lucha el Presidente y sus colaboradores han buscado y siguen buscando los mejores hombres y mujeres que con manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes por la Patria, dirijan las diferentes entidades del Estado y desde ahí con todo el respaldo político, ojalá elimine con su ejemplo y su consagración ciudadana, este nefasto mal.

No son solo ellos los que desesperadamente los buscan, sino toda la ciudadanía tanto para que trabajen en el sector público como en el privado. Debemos hacernos a conciencia las siguientes preguntas: ¿Merezco la confianza de los ecuatorianos? ¿Tengo las manos limpias? ¿Arde mi corazón por ver días mejores para mi Patria? Si nuestro corazón se predispone a buscar el bienestar social, entonces esforcémonos, seamos valientes y hagamos las cosas bien.

Somos una clase privilegiada, tomando en cuenta que el promedio de escolaridad de acuerdo al INEC es tan solo de doce años de estudio. Es decir, muy pocos podemos ingresar a las universidades y un número aun más reducido culminar los estudios universitarios. Somos entonces nosotros los llamados a asumir nuevos retos, a tener iniciativas, a crear empresa, a dirigir grupos de personas, a ingeniar, a crear cada uno en su medio. Si nuestros padres alcanzaron metas, nosotros debemos superarlos. Sin embargo cuando formemos empresas no olvidemos las palabras de Juan Pablo II, en su Encíclica Laboren Exercem en donde dice que el trabajo humano no es un factor más de producción, sino el fin mismo de la producción.

Queridos compañeros llego la hora. Somos profesionales. Nuestros sueños son la única vida real y son posibles de alcanzar, si primero los ponemos en manos de Dios. En vano son los títulos, los reconocimientos y los logros si Él no está presente. Ahora pido nos bendiga y conceda sabiduría para ejercer nuestra profesión en servicio del prójimo.

¡Esforcémonos por construir una Patria mejor!

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